jueves, 6 de noviembre de 2008

Juegos de Seducción

Y llegó la noche en la que las palabras se vuelven obsoletas y el silencio sólo se ve interrumpido por los cantos del placer.
Tus labios se posan sobre los míos y comienza un baile íntimo. Tu boca insatisfecha con la mía, se desliza en busca de nuevos paisajes; pasa por mis mejillas y llega hasta mi oído. Tu respiración me estremece. Me recorre un raro pero grato escalofrió; y tu oscuro susurro alimenta mis fantasías.
Tu boca sigue rodando. Baja por mi cuello dejando huellas. En cada paso que avanzas me asfixias solo para darme un poco más de tu aliento.
Tus manos al compás desgarran mi ropa con una sutileza que abruma. Y empiezan a inspeccionar el terreno como si no lo conocieran, construyendo sueños en cada roce. El tacto se vuelve cada vez más mágico, y los rasguños se mezclan con caricias mientras que tus besos me muerden con dulzura.
Tus dedos marcan rutas por recorrer y tu lengua los transita. Tus besos forajidos buscan amparo en mi vientre, mi cuerpo lo recibe complacido. Tu mirada inspecciona cada territorio recorrido. La intriga lo mata; las fronteras lo excitan. Esta dispuesto a ir más allá de lo conocido, a vencer las alturas.
Tu abrazo esconde intenciones…
Mis ropas caen…
Mi fortaleza se derrumba mientras tu boca sedienta de placer conquista montañas, conquistas todo a tu paso. Y entonces me envuelves en tus brazos y te enredas en mis caderas en busca de refugio. Tu cuerpo y el mío se acercan como en un mágico ritual y danzan al son de los sentidos.
Tus brazos, al ritmo de tu boca, continúan bajando y dejando a su paso promesas, deseos y algunos sueños.
Tus labios se apoderan de mi cintura, te apoderas de mí…
Tus manos se pierden en mis curvas y no les interesa hallar la salida…
Luego todo se vuelve maravilloso. Yo te abro las puertas y te dejo entrar a mi morada. Y ahí sí, es ahí donde todo pierde importancia…
Los colores se vuelven opacos y los sonidos lejanos ante tal aventura. Y en ese instante comienza el baile de las formas: las sombras van perdiendo nitidez; el impacto de los cuerpos se convierte en milagro; todo razonamiento se vuelve absurdo, el mundo se vuelve abstracto y vos y yo nos convertimos en la encarnación del pecado.
Aún ebrio de gozo buscas más. Sabes que es una adicción, pero te gusta…Me gusta.
En cada respiro se nos va el alma. Nuestras agitadas formas no se dan tregua. El tiempo se transforma en un error humano y nuestra unión, en algo divino.
Nos convertimos en fuego. El juego se transforma, se convierte en un combate en el que la victoria sólo se encuentra en la metamorfosis de los cuerpos.
Y en una batalla que dura hasta el amanecer, nos enfrentamos cuerpo a cuerpo en busca del éxtasis que se esconde en nuestro ser. Ambos nos disputamos todo…Lo damos todo.
Y el fuego que nos consume corrompe nuestros cuerpos hasta el límite. El fin es inevitable. Y todo acaba en una mágica explosión de ambrosia, todo concluye.
Lentamente, los cuerpos se separan tan solo lo suficiente como para hacer soportable la distancia.
Tirados e inertes, los dos, somos inevitablemente atraídos por el magnetismo de nuestros cuerpos que aún arden en el infierno de los sentidos.
Y ahí es cuando, contemplando la batalla librada, te proclamas dueño de tu nueva tierra. Y yo, pienso que la guerra todavía no termina…

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